Chapitre 1

1

Je vous livre ici ma traduction de la nouvelle que j'ai mise il y a plus d'une année sur Webstory:" Tante Hâtive et ses bonnes étoiles"
Reprendre la lecture

Traduction de “Tante Hâtive et ses bonnes étoiles”

 

Tia Apresurada y sus estrellas de la suerte

 

Si hay una persona cuya historia es digna de contarse, es la de mi tia Montse.

La adivinación y las cartas del tarot no son santos de mi devoción. Sin embargo debo reconocer, que si a mi tía Montse le hubieran echado las cartas le hubiera salido la estrella.

 

Fue mi hermana mayor Mélanie, gran aficionada de los juegos de palabras y calembures, quien un día, con 12 años, decretó que en adelante tía Montse se llamaría tía « Apresurada », por su hiperactividad, cosa que ella reconoció y del que incluso se sentía orgullosa.

Nos encantaba Montse, nuestra tía “Apresurada”, que en sus visitas a casa siempre nos contaba fascinantes y emocionantes cuentos antes de dormir. A medida que crecíamos y el acervo de cuentos llegaba a su fin, poco a poco la empujamos a contarnos su vida y los acontecimientos que habían cambiado su destino.

Montse es la abreviatura de Montserrat. Montserrat no es sólo un nombre. Es, en primer lugar, un sitio famoso en Cataluña( Catalunya…), por el culto dedicado a la virgen que habría aparecido en estos lugares, a unos pastores hacia el final del primer milenio. Desde entonces, los hombres han erigido allí una basílica y un convento. Es, por otra parte, un lugar muy apreciado por los curiosos, excursionistas y escaladores que llegan diariamente en coche, tren cremallera o teleférico.

Si me permito esta pequeña promoción turística, es para hablaros de nuestra tia “Apresurada”. Parecía estar montada sobre un resorte, como decía mi padre. Ella siempre parecía tener prisa. Por ejemplo, en las comidas familiares, retiraba la mesa en cuanto el más lento de los invitados había dado el último bocado, acechando al perezoso comedor con una impaciencia que luchaba por ocultar. Feminista, humanista, ecologista, corrió de mítines a manifestaciones.

Nacida en 1951 en Capellades, un pequeño pueblo a unos cincuenta kilómetros de Barcelona ​​creció en el seno de una familia cariñosa y abierta. Vivio una escolaridad obligatoria sin problema. Era una estudiante brillante, sin embargo, no se mordía la lengua cuando opinaba sobre la situación política. Incluso se burlaba de los franquistas locales aunque tenia cuidado hacerlo solo con sus amigos.

Se dio cuenta que en público y en la escuela, era mejor quedarse callada que meter en problemas a sus padres, ya que eran vigilados por las autoridades. Su padre, ex enfermero de las milicias libertarias catalanas, había pasado 8 años en un campo de concentración y trabajos forzados tras la guerra civil.

Después del bachillerato, Montse se fue a estudiar biología y literatura española a Barcelona. Encontró un piso compartido con dos amigas. Era un piso ruinoso situado en lo que los barceloneses llamaban antaño el “barrio chino”( hoy llamado “el Raval” ) ubicado a la izquierda de “las Ramblas”, subiendo desde el mar hacia la Plaza Cataluña. (Plaça Catalunya).

En aquella época, el barrio estaba poblado por inmigrantes del sur de España o de otros lugares, familias pobres de la región, esposas de marineros y prostitutas.

Montse pasaba mucho tiempo estudiando, aunque también salía mucho, sobre todo a los conciertos de cantantes catalanes cuyas canciones aludían sutilmente a temas del poder, pero que no eran lo suficientemente explicitas para dar lugar a prohibiciones o arrestos.

Nuestra tía Montse se involucró en movimientos estudiantiles clandestinos contra la dictadura y participó en las manifestaciones que siguieron a la ejecución de Salvador Puig i Antich ocurrido el 2 de marzo de 1974.

Este joven militante, que había optado por la lucha armada contra la dictadura, fue el último condenado a muerte, ejecutado por medio del mecanismo denominado,” el garrote vil ». Se trataba de un método cruel de ejecución que España había utilizado durante siglos para aplicar la pena de muerte y que consistía en estrangular al condenado sentado en un asiento provisto de un collar de hierro que se apretaba con la ayuda de un tornillo acabado en una bola, el cual, al girarlo causaba la rotura del cuello del condenado.

Por desgracia, los seres humanos nunca han carecido de imaginación para hacer sufrir a sus semejantes y el garrote vil es solo un ejemplo triste de la maldad y la crueldad que se puede encontrar entre los seres humanos.

Obviamente, este asesinato dio lugar a varias manifestaciones durante toda la primavera y hasta el verano las que fueron duramente reprimidas por « los grises » (cuerpo de policía franquista) y la guardia civil.

Fue en el curso de una de estas manifestaciones donde se gestó  la primera parte del destino de Montse y encontró allí su primera estrella de la suerte.

Un día de finales de junio de 1974, mientras corría con otros manifestantes, perseguidos por una carga policial, en una pequeña calle del « Barrio Gótico » (que se sitúa a la derecha de las Ramblas cuando se sube desde el puerto), se tropezó con un adoquín y cayó de bruces. Se dio la vuelta y vio que se acercaba la masa de agentes de policía, con las porras en alto. Mientras se levantaba, un joven desconocido se acercó a ella, la agarró y la puso a salvo detrás de la puerta principal de un edificio.

El muchacho cerró la puerta con llave y poco después ambos oyeron la cabalgata policial, justo delante, en el callejón.

Luego se volvió hacia el joven y le dio las gracias en catalán. Este último, tuvo un momento de vacilación y respondió.

 

–       No parlo molt bé el Català nomes una mica. Parleu poc a poc, si us plau. (No hablo bien el catalán. Sólo un poco, hable despacio, por favor).

 

–       Por tu acento, debes ser francés, respondió ella en español. Si hablas castellano mejor que catalán podríamos seguir adelante en español…

 

El joven asintió y continuó en castellano, lo cual era un poco laborioso pero que dominaba bastante bien, ella le reconoció. Aclaró que era suizo francófono y no francés; y que había estado allí durante dos semanas para observar aves migratorias en el delta del Ebro, como parte de sus estudios de biología en la Universidad de Lausana, en Suiza.

Montse era una mujer joven y bonita, esbelta, de estatura media, con pechos altos, caderas apenas redondeadas y un trasero pequeño y bonito. Su pelo castaño medio enmarcaba un rostro ovalado del que emergían dos grandes ojos negros asombrados y una sonrisa irresistible: ¡A condenar un santo!, habría dicho mi tío Pierre.

Pero mi tío Pierre no era un santo, ni mucho menos. En ese momento, no pedía nada mejor que condenarse a sí mismo por esta joven que de alguna manera había caído del cielo.

Además de los espacios naturales vinculados a sus estudios, Pierre siempre había tenido un interés particular por España. Admiraba su cultura: sus escritores, sus pintores, su arquitectura, sus poetas, la

historia antigua de este país, pero sobre todo, la más reciente, sobre la república desmantelada por los franquistas.

Las últimas ejecuciones habían ocurrido antes de su partida a España. Antes de emprender el camino hacia este país, había cubierto con algunos compañeros, paredes y puentes en Suiza occidental con grafitis que decían simplemente:” Franco, asesino, el pueblo vencerá ». Por suerte, no los atraparon.

En Suiza, los daños a la propiedad y el mantenimiento de la limpieza son más relevantes o más importantes que la denuncia de los crímenes de las dictaduras. La multa podría haber sido elevada, pero, afortunadamente, no fue así.

Allí, en el pasillo de entrada de un edificio en ruinas, a pocos pasos de la Sagrada Familia, Montse y Pierre se susurraban sobre sus vidas. Cuando ya no se escucharon los rumores de la manifestación, o no se escuchaban más, se aventuraron a salir.

Pierre tomó a Montse de la mano y la condujo por los callejones hasta su edificio. Unos minutos más tarde, se instalaron en la habitación de estudiantes de Pierre. Hicieron el amor por primera vez con todo el entusiasmo, la pasión y la torpeza de los principiantes que eran.

Sabiendo que sus padres se informaban todas las noches…Montse los llamó para tranquilizarlos. Estos les informaron de que la policía había acudido a su casa, en Capellades, y que la buscaban por pertenecer a un movimiento prohibido y que era mejor que la olvidaran por un tiempo.

Pierre no perdió tiempo. Llamó a uno de sus profesores, de quien se había hecho amigo. Se trataba de un biólogo escocés, Jim Mackay, quien llevaba varios años viviendo en España.

Pierre le pidió consejo sobre la mejor manera de salir del país sin una inspección, lo que era demasiado arriesgado para Montse. Jim se ofreció inmediatamente a llevarlos a El Port de la Selva, un pueblo relativamente cercano a Francia, pero no demasiado, como Portbou, por ejemplo, que seguramente estaría lleno de aduaneros y guardias civiles.

Jim tenía allí un amigo, Xavi Ferrer, un pescador profesional que los llevaría a cruzar la frontera en barco.

Una hora más tarde, la pareja subió al coche 4L de Jim. Después de dos horas de pequeños caminos sinuosos, llegaron a casa de Xavi. Este último propuso llevarlos al amanecer del día siguiente, durante su salida de pesca matutina, y desembarcarlos en Francia, entre Port Vendres y Collioure (Cottlliure). Pierre se ofreció a pagarle algo pero él se negó rotundamente, argumentando que ayudar a alguien a escapar de los franquistas era un deber. Bromeó diciéndole a Pierre que a cambio podría alquilarle un alojamiento de vacaciones el día en que España finalmente se deshiciera del dictador, de su podrido régimen y encontrara, si no la república esperada, al menos democracia.

Como era de esperar, el viaje transcurrió sin problemas, salvo la ligera tendencia al mareo de Pierre, que vomitó el desayuno nada más abandonar las aguas territoriales españolas. A las 8 de la mañana estaban en Cottlliure y a las 11 tomaron un tren desde Perpinyà con destino a Suiza.

Se instalaron en Valais, en Martigny, y se casaron seis meses después. Así entró la tía Montse en nuestra familia.

Pierre, que estaba terminando sus estudios, encontró un puesto como profesor de ciencias en el colegio de Saint-Maurice. Montse completó su formación en la Universidad de Lausana y luego obtuvo también una plaza en el Collège des Creusets de Sion, en la misma materia que su marido pero con el añadido de cursos opcionales de español.

Mi padre era el hermano mayor de Pierre. Tenía un gran afecto por su hermano menor y se vio muy afectado cuando éste, apenas dos años después de su regreso a Suiza, fue atropellado y asesinado por un conductor en un paso de peatones.

Montse estaba inconsolable: ese día perdió al amor de su vida, su compañero y la estrella de la buena suerte que había cambiado su destino.

El conductor era un personaje notable, activo en el sector inmobiliario y propietario de una reconocida bodega. El exceso de velocidad no dejó dudas sobre su responsabilidad. Para poder llorar, Montse necesitaba que este hombre fuera condenado. Lo fue, pero sólo unos pocos : decenas de días de multa y retirada de licencia durante 4 meses. Montse presentó una demanda civil, para no obtener indemnización alguna, porque nada podía compensarla por la pérdida del hombre de su vida. No, lo único que quería era que este caballero no volviera a conducir nunca más.

El juez le dijo condescendientemente que no podía aceptar tal solicitud. El conductor, de mala gana y a medias, ofreció una patética disculpa. Continuó diciendo que los peatones, especialmente las mujeres, deberían estar más atentos y observar el tráfico en lugar de hablar. Añadió largas explicaciones sobre la imposibilidad para un hombre en su posición de dejar de conducir, ya que los cuatro meses necesarios le plantearían ya grandes problemas.

Montse escuchó en silencio, luego se levantó y se colocó frente al hombre, lo miró fijamente a los ojos y le lanzó una larga diatriba, en voz alta y en un francés apenas mezclado con su acento ibérico pero no necesariamente compuesto por eso que sus colegas profesores de francés llamaron lenguaje sostenido.

 

-Primero te pondré dos dichos: “velocidad loca, cerebro con agujeros, pene blando” y “conducción deportiva, cerebro como escarola, polla pasiva”. ¿Quieres seguir conduciendo? ¡Que te sea bueno! Por otro lado, cada vez que quieras follar recordarás que mataste al amor de mi vida. Y mi Pierre volverá de donde está para ablandar tu polla. Y nunca lo olvidarás! Escúchame bien ! nunca!

Hay que creer que la fuerza de convicción de mi tía fue bastante eficaz, ya que unos meses más tarde supimos que la mujer del conductor lo había dejado por un trabajador portugués. Por casualidad y desesperado, al año siguiente vendió su coche y dejó de conducir. ¿Qué pasó entonces con su libido? Montse nunca se enteró.

 

Al salir del juzgado, Montse lloró a mares. Se le acercó una joven afro, con rasgos característicos del Cuerno de África.

 

–       ¿Está llorando, señora? ¿Puedo ayudarte?

 

–       ¡No, no puedes hacer nada! ¡Perdí a mi marido, lo perdí todo!

 

–       Nunca perdemos señora, ganamos o aprendemos, incluso cuando duele.

 

Sin decir palabra, la joven cogió a Montse en brazos y la dejó llorar.

 

Más tarde, Montse supo que Lydia también había perdido a su marido, asesinado en Libia durante su huida, mientras él intentaba proteger a otras dos jóvenes refugiadas que las habían acompañado desde Sudán. Lydia sólo había debido su salvación a la presencia de su hijo de dos años y a su condición de madre que milagrosamente había dado una apariencia de escrúpulos a los asesinos de su marido.

 

Posteriormente, el niño lamentablemente se ahogó frente a la costa de Libia, empujado por otros pasajeros poco antes de ser rescatado por el barco « Ocean Viking ». Devastada y desesperada, aún pudo, una vez llegada a Suiza, terminar sus estudios de enfermería iniciados en Eritrea. Había obtenido su permiso de refugiado y añadió a su formación una especialización en pediatría. Paralelamente a su trabajo en el hospital de Sion, trabajó como voluntaria en una asociación que ayuda a los solicitantes de asilo, a veces trabajando como traductora, a veces como enfermera, asesorando a las familias sobre cuestiones de higiene y cuidado infantil. La asociación también participó activamente en la búsqueda de alojamiento, trabajo o ayuda con los deberes.

 

Para Montse, este encuentro fue salvador. ella no pudo que admirar la resiliencia, la generosidad y la alegría de vivir que emanaron de esta mujer. Después de Pierre, Lydia fue su segunda estrella de la suerte. Se hicieron muy cercanos, hasta el punto de que Montse dejó Martigny para Sion, se mudó con Lydia y dedicó casi todo su tiempo libre en la misma asociación que su amiga. Ella apenas logró poco para aliviar el dolor del duelo mediante un compromiso altruista que a veces rozaba el frenesí, pero daba sentido a su vida.

Un año mas tarde. Lydia se casó con un médico bernés al que siguió hasta la ciudad federal. Los dos amigos permanecieron muy unidos y se llamaban regularmente. En cuanto a Montse, nunca supimos nada de su vida amorosa después de Pierre. Lo único seguro es que ella nunca quiso reemplazar a su marido y comprometerse en una relación amorosa a largo plazo. Le bastaba su trabajo como docente, sus compromisos humanitarios, su familia y sus amigos. Hasta su jubilación y más allá, Montse mantuvo el mismo ritmo de vida frenético.

Sin embargo, mantuvo las costumbres que había adoptado con Pierre desde su llegada a Suiza: dos veces por semana pasaba la velada con Raphaël y Romaine, nuestros padres. Al principio, sólo nuestra mayor Mélanie se había beneficiado de todos los mimos y atenciones de Montse y Pierre. Nuestra posterior llegada a este mundo nos impidió conocer a nuestro tío. Por otro lado, Montse, nuestra tía “apresurada”, marcó nuestra infancia. Su historia me hizo comprender que a veces una estrella de la suerte basta para cambiar un destino, para rediseñar una vida.

 

texte en français

Commentaires (0)

Cette histoire ne comporte aucun commentaire.

Laisser un commentaire

Vous devez vous connecter pour laisser un commentaire